
Habitar el silencio ha sido el regalo más hermoso que he recibido, que me he dado.
El desafío de detenernos
No siempre es sencillo encontrar ese espacio interno. La vida cotidiana está llena de estímulos, responsabilidades, objetivos y expectativas. Entre juicios externos e internos, pocas veces nos detenemos a habitar el silencio.
Y, cuando lo hacemos, muchas veces nos asusta: porque es un territorio desconocido, y no siempre sabemos qué hacer con todo lo que allí emerge… emociones, pensamientos, cuestionamientos profundos.
El arte del silencio
Habitar el silencio es un arte. Y como todo arte, requiere entrenamiento: un poco de apertura al misterio y un poco de acción voluntaria.
Hay muchas maneras de practicar el silencio; solo hay que encontrar cuál es la forma más adecuada para nosotros, en cada momento de nuestra vida.
Respiración, seguridad y presencia
La regulación autónoma y el acceso a la seguridad suceden cuando el corazón y la respiración están en armonía. Aunque la respiración funciona de manera autónoma, también puede acompañarse conscientemente, conduciéndonos hacia estados más armónicos y sostenidos.
Una práctica sencilla consiste en sentarnos unos instantes, en una postura cómoda, dejando que el cuerpo se sienta sostenido por la gravedad, sin esfuerzo. Llevar la atención al bajo vientre, observando cómo el aire ingresa por la nariz y recorre nuestro cuerpo, realizando un suave masaje interior. No es necesario modificar la respiración; solo permitir que fluya y acompañarla con presencia.
Meditación en quietud y movimiento
El estado de meditación es un estado de inmovilidad con seguridad, es decir, con presencia. Cuando falta la presencia, la quietud puede derivar en disociación o congelamiento. Por ello, si sentimos que nos resulta difícil sostener lo que emerge en nuestro interior, la meditación en quietud puede ser desafiante o incluso no recomendable.
En esos casos, es más seguro y efectivo practicar el silencio en movimiento, para que cuerpo y mente puedan regularse gradualmente:
- Caminar conscientemente, prestando atención a cada paso.
- Realizar una danza suave o movimientos fluidos acompañados de la respiración.
Estrategias para sostener la presencia
También podemos usar la respiración consciente como recurso para reconectar con la sensación de seguridad y apoyo interno:
- Enfocarse en la exhalación: alargar suavemente la salida del aire genera calma. Por ejemplo, inspirar contando hasta 3 y exhalar contando hasta 5 o 6.
- Respiración abdominal: llevar la respiración al bajo vientre, expandiendo y contrayendo un poco el abdomen, nos permite reconectar con nuestro centro.
- Toque consciente: colocar una mano sobre el pecho y otra sobre el vientre mientras respiramos nos ayuda a sentirnos apoyados y sostenidos.
De este modo, la práctica del silencio se vuelve accesible, segura y sostenida. La respiración, el movimiento y el toque consciente nos permiten habitar el silencio con presencia, incluso frente a sensaciones más incomodas o momentos de tensión.
Un espacio que se fortalece con la práctica
Podemos practicarlo en cualquier momento. Al principio, quizás sea más fácil elegir lugares que favorezcan el silencio: la naturaleza, un rincón del jardín o un espacio íntimo en nuestra casa.
A medida que practicamos, este espacio se fortalece y toma más presencia en nuestra vida. Entonces podemos acercarnos incluso a los lugares más incómodos desde otra perspectiva. Y desde allí, empezamos a vivir y a mirar todo con más ecuanimidad y profundidad.
El silencio como tierra fértil
El silencio es tierra fértil. En él germinan nuevas comprensiones, escuchamos nuestros anhelos más profundos y nos sintonizamos con ese espacio que permanece intacto más allá de las experiencias, el lugar donde realmente somos y donde podemos descansar y revitalizarnos.
Una invitación
Te invito a practicar el silencio como una forma de volver y habitar tu verdadero hogar, siempre con presencia, conectada a tu cuerpo y acompañando tu respiración, ya sea en quietud o en movimiento.
Si sentís que a veces es difícil sostener esta conexión por tu cuenta, las sesiones de Somatic Experiencing pueden ser un gran acompañamiento. A través de la exploración del cuerpo, la respiración y la atención consciente, se facilita el acceso a ese espacio interior, se amplía la presencia y se fortalece la sensación de seguridad.
Para acompañarte en tu práctica diaria, también podés acceder a mi meditación guiada, una herramienta sencilla para conectar con tu respiración y habitar el silencio desde tu propio cuerpo.
Con el tiempo, esta práctica y acompañamiento nos permiten ampliar la capacidad del sistema nervioso, aumentando nuestra ventana tolerancia a las emociones y sensaciones, y desarrollando la habilidad de habitar incluso estados internos más desafiantes con presencia y seguridad.
Habitar el silencio se vuelve así más accesible, profundo y sostenido, con el cuerpo como guía y aliado en cada paso del camino.