Experimentar lo sagrado en el cotidiano

Hace un tiempo decidí comenzar el viaje, que más tarde o más temprano comenzamos todos… el viaje hacia el interior, hacia el encuentro con el Ser, con la verdadera esencia. Ese espacio que es nuestro hogar, que nada puede alterarlo, que se mantiene en su estado original y es el recuerdo de quienes somos.

El comienzo del viaje fue forzoso, la vida nos empuja cuando ya es tiempo y nosotros estamos perdidos y esto puede ser muy doloroso… Hoy en día, sigue siendo desafiante y necesario pasar por la incomodidad, pero estoy empezando a disfrutar más del viaje. Hay cada vez más claridad como resultado de todo lo que fui transformando y liberando.

En la medida que avanzamos es hermoso sentir cuando nuestra percepción cambia y podemos reconocer que la vida siempre nos está amando y dando todo lo que necesitamos, solo que somos nosotros los que aún no podíamos verlo, ni sentirlo, ni recibirlo.

Sin dudas, el hecho de empezar a entablar una amistad con el sistema nervioso y el cuerpo, conocer sus lenguajes, sus tiempos, sus límites y sus necesidades, hizo la diferencia para comenzar a disfrutar del viaje.

El trauma condiciona nuestra visión verdadera y cuando podemos liberar la energía que estaba atrapada en el sistema nervioso el cambio es instantáneo, la historia se desvanece, la ilusión, el velo se cae y la conexión se restablece. Volvemos al río de la vida… No es necesario ir a ninguna parte, sucede aquí y ahora, en nuestro cuerpo y es maravilloso. Cuando lo hacemos desde la amabilidad, con seguridad y al ritmo y con los cuidados que necesita nuestro sistema nervioso es aún más hermoso.

Cuando ampliamos nuestro cuenco, la ventana de tolerancia del sistema nervioso, más verdad de nosotros mismos podemos contener. El aspecto femenino, el cuerpo, está más disponible para recibir al aspecto masculino, la luz, la conciencia. Así es cómo podemos sostener cada vez más lo sagrado en lo cotidiano, traer la profundidad a la superficie y manifestar el Ser auténtico en la vida diaria.

Claro que esto es un proceso, requiere de tiempo, mucho aprendizaje y acompañamiento, pero sin dudas vale la pena comenzar el viaje de regreso a nosotros mismos.

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