Estamos tan orientados a vivir desde el intelecto que pensamos que ir al sentir del cuerpo es retroceder. Sin embargo, el sentir es el puente entre la mente y el Ser. Podemos cruzar este puente llevando la atención al cuerpo y la respiración. Cuando regresamos al sentir de manera consciente nos permite recuperar una gran capacidad instintiva que hemos perdido en nuestro camino.
A la energía vital de nuestro cuerpo no le preocupa ni el pasado ni el futuro, ella habita el presente, por eso es nuestra mejor guía.
Cuando el sentir se interrumpe, la energía vital que necesita completar su ciclo de descarga, queda atrapada en el cuerpo, generando consecuencias en nuestra salud física y mental y causando desconexión con nosotros mismos y con la vida.
Regresar a la sensibilidad es un arte que se aprende, es un entrenamiento. Necesitamos darnos espacio para habilitar el sentir, para conocer el lenguaje de nuestro cuerpo, del sistema nervioso, de las emociones y de los sentimientos.
Poder sentir sin que todo ello nos abrume, recuperando poco a poco esta capacidad y sostenernos con seguridad, reconociendo los límites y necesidades, es nuestro reto.
A medida que vamos entrenando la capacidad de sentir vamos recuperando el equilibrio, la conexión, unificando el cuerpo, la mente y el Ser, accediendo así a todas sus potencialidades.
